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La búsqueda del desarrollo personal de una jordana da sus frutos

22 Abr 2021

En Jordania, sólo el 14% de las mujeres contribuyen a la mano de obra nacional, pero Hanadi Osama ha dado mucho más de lo que indica una mera estadística. Osama persiguió simultáneamente una educación superior y un trabajo digno con buenos salarios, a pesar de los obstáculos. En ocasiones, las circunstancias personales y un mercado laboral en contracción hicieron que este objetivo pareciera insuperable, pero Osama perseveró.

Osama, que en un principio se formó como ingeniero de dispositivos médicos y prótesis, ascendió en una fábrica de confección de Russeifa, pasando de traductor a subdirector de producción. Ahora dirige a unos 275 trabajadores.

Su trayectoria profesional no ha sido sencilla. Como mujer independiente, Osama ha tenido que desafiar las adversidades para triunfar en la industria manufacturera jordana.

"Vivía con mi familia en Arabia Saudí y volví solo a Jordania en 2011 para estudiar en la universidad de la ciudad de Zarqa, al noreste de la capital jordana, Ammán", cuenta Osama. Su familia se trasladó a Arabia Saudí en busca de mejores condiciones de vida cuando era niño, pero al terminar el bachillerato regresó para cursar estudios superiores y empezar en una universidad jordana.

Osama asistió a la Universidad Hachemita estatal y le fue bien en los estudios. Su padre, que era técnico de mantenimiento, le pagaba 1.800 dinares jordanos (unos 2.500 dólares estadounidenses o 2.100 euros) por cada semestre.

La vida de Osama cambió drásticamente cuando su padre tuvo un accidente y posteriormente sufrió un derrame cerebral.

Superar los retos

"Con la parálisis en el lado derecho del cuerpo, mi padre ya no podía trabajar y regresó a Jordania", cuenta Osama. La parálisis de su padre le impidió contribuir económicamente a sus estudios de ingeniería. Osama tuvo que buscar trabajo para pagar la matrícula y mantener a su hijo de un año.

"Busqué un trabajo para pagar mis gastos de matrícula y alquiler. Trabajé en diferentes sitios... como vendedora, dependienta en una tienda de ropa... pero los sueldos eran insuficientes".

Encontrar un trabajo bien remunerado fue un reto para Osama y, por desgracia, su problema no era único. La estimación nacional de desempleo femenino ronda el 33%, frente al 21% de los hombres. Estas elevadas tasas de desempleo contribuyen a un mercado laboral inestable y a unos salarios más bajos.

"Tuve que aplazar semestres", dice, "y tardé ocho años en licenciarme. En mi último año de universidad, pedí prestados 3.700 dinares a un fondo de mujeres para completar el curso". Osama no podía cumplir los requisitos del laboratorio y trabajar simultáneamente, así que decidió alternar: trabajar un semestre para pagar la matrícula del siguiente.

Tras licenciarse en Ingeniería Biomédica, por fin pudo encontrar un trabajo estable. Osama entró en una fábrica de la zona de Russeifa, entre Zarqa y Ammán.

"Me nombraron traductora para ayudar a un ejecutivo que formaba a trabajadoras jordanas". Domina el árabe y el inglés.

La inclusión laboral de las mujeres en Jordania, que sigue siendo de las más bajas del mundo, contrasta con los resultados educativos del país, donde las mujeres representan el 53% de los licenciados universitarios, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Las mujeres jordanas figuran entre las mejor formadas de la región.

La búsqueda del desarrollo personal de una jordana da sus frutos

El sinuoso camino hacia el éxito

Tras tres meses en la fábrica, miembro del programa Better Work Jordan, Osama se había ganado la confianza de sus superiores. Estaba deseando apuntarse a otros programas de formación, y se apuntó al programa Personal Advancement and Career Enhancement (PACE), desarrollado en colaboración por Better Work Jordan y Gap, Inc. Esto le ayudó a desarrollar las capacidades técnicas y de liderazgo necesarias para progresar.

"Me nombraron supervisora en la división de producción", dice. "Gané experiencia y realicé un estudio con un plan sobre cómo desarrollar el trabajo y hacerlo más eficiente, que incluía el análisis de las etapas de la producción de ropa, la maquinaria y sus problemas, y los tipos de hilos y cuerdas".

Afortunadamente, "a la dirección le gustó el plan".

Animado por la experiencia, Osama se matriculó más tarde en un programa de formación de tres meses sobre ingeniería industrial.

"Me incorporé a la división de ingeniería industrial y recibí formación adicional sobre productos acabados, sistemas de gestión de fábricas y desarrollo de capacidades". Osama brilló en el programa y estaba deseando convertirse ella misma en formadora.

"También recibí formación de la OIT sobre autopromoción y mejora profesional. Me convertí en formadora en el mismo curso de formación", afirma.

No mucho después, Osama fue ascendido a subdirector de producción. Ahora trabaja para supervisar a otros trabajadores y ayudarles a encontrar su camino, como ha hecho ella. La perspectiva de Osama sobre su propia vida también ha evolucionado.

"Mis responsabilidades y obligaciones profesionales evolucionaron, con un aumento de sueldo. Mi autoestima aumentó", dice. "Creo más en mis capacidades y habilidades, y ahora tengo un papel más eficaz dentro de mi familia". Osama ha pasado de ser mantenida por su padre a asumir la responsabilidad de ayudar económicamente a su familia. Es un motivo de orgullo considerable, pero no es fácil.

Osama vive en un barrio cercano a la fábrica, donde trabaja unas 60 horas a la semana, mientras sus hermanas cuidan de su hijo, Osaid. Es un intercambio difícil, pero con este arreglo, Osama espera que Osaid también pueda construirse una vida exitosa y autosuficiente... como su madre.

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