El programa de formación en habilidades de supervisión fue implementado por los equipos nacionales de Better Work en Camboya, Haití, Indonesia, Jordania, Lesoto, Nicaragua y Vietnam. El programa se diseñó para ser muy interactivo y enseñar a los supervisores sus funciones y responsabilidades, su comportamiento profesional en el trabajo, la comunicación eficaz con los trabajadores y la mejora del rendimiento de los trabajadores, mejorando así los resultados en tres ámbitos: las capacidades y la confianza de los supervisores en el trabajo, sus relaciones con los trabajadores y la productividad.
La formación tuvo efectos positivos en estas tres áreas (medidas en términos de autoeficacia, actitudes hacia los trabajadores y productividad). Aunque hubo algunos efectos directos de la formación, como la mejora de la toma de perspectiva, la reducción de los índices de lesiones y la reducción del tiempo hasta el objetivo de producción, el efecto se vio a menudo moderado por otras variables, como la mentalidad o el poder percibido.
La formación fue más eficaz para los supervisores que creían que la inteligencia no es fija y, por lo tanto, estaban presumiblemente más abiertos a aprender nuevas habilidades y eran más propensos a persistir cuando se les desafiaba; para los supervisores que rechazaban la idea de que las mejoras en las condiciones de trabajo redujeran necesariamente el rendimiento de la fábrica; para los supervisores que percibían que el director aceptaba la formación y, por lo tanto, probablemente se sentían apoyados a la hora de poner en práctica lo que aprendían; y para los supervisores que se sentían moderadamente poderosos pero no extremadamente poderosos (es decir, no más poderosos que sus directores). Tener un poder moderado puede haber sido la clave para estar abierto a aprender nuevas habilidades y tener la confianza suficiente para ponerlas en práctica en la fábrica.